domingo, 18 de abril de 2010

Los líderes mundiales no se calientan

Entre los días 7 y 18 de diciembre de 2009, se celebró en Copenhague la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, donde la meta principal fue dar continuidad a los objetivos fijados por el Protocolo de Kyoto en 2005. Lejos de lograr resultados exitosos, o al menos cerca de lo esperado, la falta de acuerdos entre los representantes de las naciones refleja la evidente indiferencia por la salud del planeta frente a la subordinación de los intereses económicos.

Cuatro años atrás, en la ciudad japonesa, se fijó el lustro 2008-2012, como período de ejecución para la reducción de emisión de gases de efecto invernadero, en tanto que para esta ocasión el plazo será abarcado entre los años 2012 y 2020. El propósito final apuntaba a la reducción de emisiones de CO2 (dióxido de carbono) en todo el mundo.


En términos numéricos, la meta expresaba disminuir en un 50% la emisión de gases de efecto invernadero para 2050, respecto de 1990. En una primera etapa (2012-2020), los países desarrollados se comprometerían a una reducción del 25 al 40% respecto de 1990. Mientras que en las tres décadas siguientes, la segunda fase, alcanzarían una disminución del 80 al 95%.


Según un informe de 2001, elaborado por el Grupo Interministerial del Estudio del Clima, las emisiones de CO2 favorecieron a elevar la temperatura terrestre en 0,8°C entre 1860 y 2000, y se estima que el calentamiento podría aumentar de 1,4 a 5,8°C durante el siglo XXI.


El período 1995-2005 ha sido registrado como la década más caliente desde que comenzaron las mediciones regulares. Es así como se observaron fenómenos extremos, como la corriente de El Niño o la manifestación de numerosos huracanes tropicales en Asia y Estados Unidos. También debe tenerse en cuenta el recalentamiento de las regiones polares, cuyos deshielos podrían causar entre 80 y 400 millones de una nueva categoría de desplazados, llamada refugiados climáticos.


Quizá uno de los puntos de mayor conflicto que impidieron un acuerdo oficial haya sido la falta de disposición de los países en vías de desarrollo para firmar los objetivos de carácter vinculante. La postura es comprensible, debido al progreso alcanzado hasta aquí por los países industrializados. El ministro indio de Medio Ambiente, Jairam Ramesh, manifestó estar dispuesto a aprobar un plan nacional pero no a firmar metas vinculantes de reducción de emisiones “para combatir un problema que crearon los países ricos”.



En conclusión, tras 12 días de intenso debate el único acuerdo ha sido que la temperatura global no supere los 2°C. Respecto de cuándo las emisiones deberán alcanzar su máximo nivel, el documento dice “lo antes posible”.


Mauro Maciel

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