El aumento de la temperatura promedio en el planeta es un fenómeno cuyas consecuencias se manifiestan en forma silenciosa y poco evidente para la gran mayoría de las personas. Sin embargo, en el ámbito de la investigación científica, los especialistas revelan con preocupación diversos síntomas de transformación no sólo fisonómica a causa del deshielo en ambos polos.
En el caso del Polo Norte, en 30 años su capa de hielo habría perdido un 10% de su volumen y un 40 % de su espesor, en tanto que hacia fines de siglo el casquete polar podría llegar a contraerse a la mitad. El problema más grave, y de corto plazo, se presentaría en la perturbación de la Corriente del Golfo, cuyo flujo se habría reducido en un 20 % durante la segunda mitad del siglo XX.
Por otra parte, el recalentamiento global es una de las consecuencias del deshielo. Al respecto, estos comportamientos inducen al descongelamiento de capas inferiores de la tierra congeladas en forma permanente. Diversos glaciares terrestres, como el casquete de Groenlandia, podrían ayudar a generar un aumento del nivel de las aguas oceánicas. Es así que no son pocos los estudios que estiman un crecimiento de al menos un metro ante las expectativas de deshielo de las regiones antárticas.
Durante los últimos 25 años del siglo pasado, la temperatura de la península antártica se elevó en tres grados. En octubre de 2004, investigaciones realizadas por la Nasa revelaron que ciertos sectores del continente podrían recalentarse antes de 2050 en más de 3,6 grados. A su vez, también hacia fines de 2004 científicos del British Antartic Survey advirtieron que la Antártida perdía 250 kilómetros cúbicos por año en su sector occidental, lo que significa un elevamiento de 8 metros del nivel de los mares.
También la fauna muestra signos de inquietud, pues el deshielo habría reducido, en un 80% en las últimas tres décadas, la existencia del krill. Se trata de un camarón que se alimenta algas presentes bajo los hielos y que forman parte central de la cadena alimentaria marítima para peces, calamares y cetáceos. Mientras tanto, los excesos de la pesca en el mundo y el debilitamiento de los corales, se suman como motivo de desvelo.
Mauro Maciel
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