lunes, 17 de mayo de 2010

Aceleración de alimentos

La presencia de alimentos transgénicos resulta cada vez más evidente. Respecto del año 2004 los cultivos transgénicos crecieron un 20 por ciento y ya cubren algo más del cinco por ciento de las tierras destinadas a la agricultura. Tal avance se advierte también en países pobres o en vías de desarrollo (en especial China y la India) y ya no es un comportamiento exclusivo de los países industrializados.

En la actualidad, son las producciones de soja, maíz, algodón y colza, las que lideran la modalidad transgénica y que en forma inevitable se traslada a la alimentación. La globalización del comercio, la contaminación natural o accidental y la complejidad de los circuitos agroalimentarios hacen de los esfuerzos, por mantener a salvo las redes de distribución, un ejercicio casi inútil.

Fuera de los productos garantizados, sin organismos genéticamente modificados, y elaborados a un alto costo, los alimentos por todos consumidos contienen ingredientes genéticamente modificados. Este hecho es recocido por Europa, que autoriza su presencia bajo la obligación de que figure en sus etiquetas la información correspondiente, siempre que el contenido de transgénicos sea superior al 0,9 por ciento del producto.

El consumidor entonces se encuentra en una situación nada sencilla. Es por ello que sus posibilidades de formarse una opinión, a partir de argumentos contradictorios de especialistas, genera grandes dificultades. La duda en relación al medio ambiente sitúa en veredas opuestas a ecologistas, productores y (también) científicos.

Por otra parte, también aparece en el foco de la discusión los beneficios económicos. La proliferación de ciertas plagas o insectos, como la chinche del algodón, en Sudáfrica, ha reducido en ciertas ocasiones al nivel cero los provechos esperados de semillas cuyas patentes resultan muy costosas para los pequeños productores. Otra de las consecuencias negativas es la dependencia creciente de los países pobres respecto de compañías multinacionales como Monsanto o Bayer.



Mauro Maciel

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